domingo, 12 de junio de 2011

El gobernador del Banco de Israel entra en la carrera por dirigir el FMI

Solo dos candidatos han hecho campaña para tomar las riendas del Fondo Monetario Internacional (FMI) tras la escandalosa salida de Dominique Strauss-Kahn, acusado de agresión sexual.

Una tiene todas las papeletas para salir exitosa. Se trata de la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, que cuenta con el respaldo de la Unión Europea, que no quiere que el Viejo Continente ceda su poder histórico sobre esta institución pese al resultado que han dado sus últimos representantes. Y menos en las circunstancias actuales, con una crisis de deuda galopante y frentes abiertos en varios países europeos.

El segundo candidato es la voz de los países que reclaman un mayor papel en las instituciones supranacionales, de la pujanza de las nuevas economías que llaman a la puerta de los antaño grandes, hartas de que el poder mundial en este campo se reparta desde hace años entre Estados Unidos, al que le toca presidir el Banco Mundial, y Europa, que elige a la cabeza del FMI. La cara de esta reclamación corresponde al gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens.

Pero ahora acaba de entrar un tercero en la liza, con la experiencia de haber combatido, con mayor o menor éxito, la crisis rusa, la mexicana y la de las divisas asiáticas desde su puesto de primer subdirector gerente del fondo entre 1994 y 2001. Es el gobernador del Banco de Israel, Stanley Fischer, que desafía el sistema aún más que el mexicano Carstens. No solo porque no es europeo (tiene doble nacionalidad, estadounidense e israelí), sino porque tiene 67 años, cuando los estatutos del FMI prohíben la elección de personas de 65 años o más.

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