Elecciones en Grecia: El triunfo del miedo
El electorado actuó bajo la amenaza de abandonar el euro, de ser
expulsados del espacio Schengen, de ser apartados de Europa
Lectores corresponsales
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18/06/2012 - 21:00h
Ayer, domingo 17 de junio, tuvieron lugar las esperadas
elecciones en Grecia. Para el
establishment griego y europeo, el objetivo de los anteriores
comicios
de mayo no fue otro que el de legitimar a través de las urnas la
política impuesta hasta el momento de forma coercitiva y
antidemocrática desde el nucleo neoliberal europeo. Ese objetivo, sin
embargo, no se alcanzó entonces, pues la disidencia frente a la actual
política de austeridad y rescates logró agruparse parcialmente bajo el
voto de Syriza y transformar su descontento en una
opción electoral capaz de poner en peligro el
status quo del bipartidismo colaboracionista. Como no hubo consenso para formar gobierno, fue necesario repetir los comicios.
Desde entonces hasta el mismo día de las elecciones griegas, fecha de la segunda votación, el protagonista absoluto de todo este proceso ha sido el miedo. El miedo del bipartidismo
secular a ser apartado del poder político, el miedo de las élites
beneficiarias a que se acabe el juego, el miedo de unos y otros a que
se abran procesos y se depuren responsabilidades con nombres y
apellidos, y el miedo de Bruselas y Berlín a perder sus lacayos en
Grecia y a que un peligroso precedente se interponga en el camino de
su, hasta ahora, implacable plan de conquistas. Todo ese miedo se vio
canalizado hacia el electorado en una operación de guerra psicológica
de proporciones orwellianas: la amenaza de abandonar el euro, de ser
expulsados del espacio Schengen, de ser apartados de Europa, de caer en
la bancarrota absoluta, de ser atacados por Turquía, de quedarse sin
alimentos ni medicinas, de volver irremediablemente a las cavernas.
Mientras la mayoría de los medios griegos y europeos propalaban estos
tendenciosos vaticinios de muy discutible base, Nueva Democracia
recorría el país buscando puerta a puerta a sus votantes y
recordándoles a muchos los favores recibidos. Por todo esto, estas
elecciones pasarán a la historia como las más contaminadas y las de
mayor ingerencia externa desde la creación de la Unión Europea.
¿Y cuál ha sido el resultado? La opción mayoritaria: la abstención,
fruto del desencanto, del agotamiento, y, en muchos casos, de la
irresponsabilidad ante una coyuntura tan crucial. Después, un nuevo
gran aumento de Syriza, que bien podía haber ganado con un poco más de
apoyo de quienes se oponen a la política de rescates. Y, por último, un
triunfo de Nueva Democracia, con el 30% de los votos, que abre el
camino al continuismo y tranquiliza a los acreedores y mercados. Si,
pactando con el PASOK, Nueva Democracia llega a formar gobierno, Grecia
estará regida nuevamente por quienes la han llevado al caos en el que
está, por quienes en los dos últimos años no se han atrevido a aparecer
en público, por quienes han mostrado reiteradamente su incapacidad y
han dejado bien claro los intereses a los que sirven.
Es el triunfo del miedo, y ahora, para poder gobernar sobre una
población que en su gran mayoría no se verá benefeciada en absoluto de
las políticas que piensan aplicarse, será necesaria también la
represión. Mucha represión. Es lo que viene hasta que la ciudadanía de
Europa –de esa Europa que “respira aliviada” en las portadas de la
prensa de hoy- despierte de una vez y se ponga a pensar en lo que se ha
quedado su sueño.
FUENTE: LA VANGUARDIA.COM ( PEDRO OLALLA)